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TeChmuco ¿con Ch de Chile?

El postfijo Tech se usa normalmente para organizaciones o unidades de desarrollo tecnológico: el Virginia Tech en EEUU o el Barcelona Tech en Cataluña son ejemplos de este tipo de organizaciones. Este apelativo es sin duda un anglicismo, el concepto tradicional son escuelas técnicas o universidades politécnicas. Estas organizaciones no sólo enseñan tecnología sino que investigan y prueban prototipos que, en base a principios científicos ya conocidos, y eventualmente a componentes tecnológicos ya desarrollados, propone nuevas máquinas y soluciones pensados para mejorar la calidad de vida de las personas.

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En Chile este tipo de organizaciones se crearon como un derivado de las Escuelas Industriales, las que después de varias revueltas estudiantiles, permitió la creación de la Universidad Técnica del Estado. En Temuco el edificio de Prat #315 fue la Escuela Industrial en un comienzo, con posterioridad fue la Universidad Técnica del Estado y, después de las fusiones regionales, fue parte de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Frontera, hoy FICA-UFRO.

La creación en los años 80 de la carrera de Ingeniería Civil Industrial mención en Informática, comienza no sólo el desarrollo de la docencia, sino su principal resultado, una cantidad de profesionales competentes en la que fue la década del comienzo de la masificación de la computación. También, no sin esfuerzo, comenzamos los años 90 con proyectos de aplicaciones de la Inteligencia Artificial en Salud y sistemas productivos, donde los profesores docentes fuímos, en conjunto con los estudiantes de entonces, los desarrolladores de tecnologías de información en este ámbito tan popular estos días.

Después de más de 30 años de desarrollo, la Universidad de La Frontera cuenta con una amplia gama de carreras en Informática, sus diferencias no son sutiles opciones, sino que corresponden a diferencias establecidas internacionalmente. Hoy en día las dos asociaciones internacionales más importantes, la ACM y la IEEE, se han unido y definido las diferentes carreras relacionadas a las tecnologías de la información.

Así por ejemplo la carrera de Ingeniería Informática de la Universidad de La Frontera  tiene un programa que corresponde con la carrera internacional de Ingeniería de Software, básicamente la organización humana y técnica para la producción en la industria del software. La carrera de Ingeniería Civil Informática aunque tiene elementos de Ingeniería de Software, se corresponde con la carrera internacional en Tecnologías de Información, esto es, la integración de soluciones técnicas para problemas específicos del sector público y privado. La Ingeniería Civil Industrial mención Informática implementa un porcentaje importante de la carrera internacional de Sistemas de Información además de la formación tradicional de logística y optimización de Ingenieros Industriales en Chile. La carrera de Ingeniería Civil Telemática forma los ingenieros clásicos de Telecomunicación, y además integra los elementos técnicos de la carrera internacional conocida como Computer Engineering basada en la construcción de sistemas digitales operados por componentes de software como parte de la electrónica.

Motivados por el cariño a nuestra tierra, hemos inculcado la responsabilidad social y el cariño por Temuco y la Región de la Araucanía, motivando, generación tras generación, a apreciar lo que tenemos como región, y por supuesto a preferir el trabajo de provincia, lo que no resulta difícil cuando la mayoría de los estudiantes son de la región.

Sin embargo, las oportunidades externas, varios de nuestros ingenieros han emigrado y ocupan hoy destacados lugares en empresas de Santiago, pero también en USA, Alemania, Nueva Zelanda, Inglaterra, España, Canadá entre otros lugares donde se desempeñan exitosamente. Estos resultados nos dejan la satisfacción y confirmación que, efectivamente, formamos Ingenieros Globales en Informática, desde Temuco, para el Mundo.

Pero lo más importante, no son los que se fueron, sino los que se quedaron, a pesar que no existían empleos acordes a sus capacidades, emprendieron y generaron sus propios proyectos, organizaciones, iniciativas y empresas. En un momento fue tan evidente, que decidimos apoyarlos algo más que informalmente, y generamos el 2001, la primera incubadora de negocios especializada en empresas de Tecnologías de Información: INCUBATEC, con posterioridad se decidió ampliar su rango de apoyo a todo tipo de iniciativas.

Así fue como ex-compañeros se convirtieron en colegas, en socios, en emprendedores. Con el tiempo han madurado y crecido, se han asociado como empresas y conformaron el año 2016, coordinados otra vez desde la Universidad de La Frontera, la primera asociación de PYMES de software de Chile. Esta asociación resulta relevante pues no sólo permite a las empresas actuar como gremio, sino también permitió caminar hacia certificaciones internacionales específicas para PYMES de software.

El famoso concepto de “valor agregado” es clave en el desarrollo económico de las localidades, lo que significa es cuánto del valor de un producto tiene que ver con aspectos que no son el insumo mismo. En el caso del softwrae, el 100% es valor agregado y es netamente un producto de conocimiento. Para nuestra IX región, esta industria tiene una ventaja adicional, y es que el software y las soluciones de tecnologías de información son una industria limpia, 100% compatible con nuestro precioso y delicado medio ambiente, de pasadita, compatible con el Turismo.

El último producto tecnológico que hemos desarrollado desde la Universidad de La Frontera, ha sido la aplicación que permite conocer la contaminación por leña, llamada AIRE, hoy disponible gratuitamente por medio de los teléfonos inteligentes. Otros prototipos que hemos alguna vez creados han sido un pantalón de bebé que se comunica al teléfono del padre o madre si el bebé ha dejado de respirar, un dron que busca la señal residual de celulares con el objetivo de buscar personas después de catástrofes o simplemente si se han perdido en un volcán. El listado de soluciones es largo y de diversa índole. Pero me gustaría recordar algunos de sus diversos autores: todos ingenieros UFRO: Yanquín, Jara, Huichipillán, Díaz, Ancán, Aravena, Huircán, Bustos, Lienqueo, Colomera, Hochstetter, Valenzuela, Huenupil, Collipal entre muchos otros.

Bien, después de toda esta historia cabe preguntarse si este desarrollo tecnológico y por lo tanto económico, esta posibilidad de constituir un “Temuco Tech” o simplemente “Techmuco”  ¿es o no un fenómeno particular?, y ¿qué tiene de común o de diferente con otros grupos en otras partes del mundo?

Si analizamos la diversidad cultural de la zona, de alguna manera explícita en todos los apellidos mencionados anteriormente, resulta que es una característica común a otras zonas del mundo donde existe diversidad y creatividad, y por lo tanto, siendo esta también una característica de la zona, podemos afirmar que no es esta diversidad un problema, sino todo lo contrario, es un activo que deberíamos potenciar.

Lo distinto que ha pasado en Techmuco, es que normalmente este resultado tiene que ver con una política nacional de Ciencia y Tecnología o una política nacional de Innovación y Desarrollo con una fuerte focalización de recursos. A esto me referiré.

El discurso centralista de Ciencia y Tecnología nos ha afirmado, por 39 años (la comisión de ciencia y tecnología – Conicyt – se constituyó en 1981), que el gasto en Ciencia y Tecnología es en realidad una inversión que permitiría cambiar la matriz productiva de Chile, esto es, que permitiría cambiar nuestra economía basada exclusivamente en recursos naturales a una economía basada en conocimiento. Como consecuencia las cifras dedicadas a Ciencia y Tecnología son igualmente importantes, a pesar que muchos científicos han afirmado que son insuficientes. El año 2019, por ejemplo, Chile gastó un poco más de 348 MIL MILLONES de pesos. Las cifras históricas de los últimos años son similares, antes era menor, hace 20 años fueron 18.000 millones y el año 1990 fueron 10.000 MILLONES. Lo triste de todo esto, es que después de 39 años de Conicyt, hoy consolidado en Ministerio de Ciencia y Tecnología, la matriz productiva de Chile, sigue estando basada en recursos naturales, es decir, la política en Ciencia y Tecnología chilena, ha sido un completo fracaso.

En la otra esquina, y como contraposición, tenemos este incipiente Techmuco, con una industria de alto valor agregado como parte del ecosistema de innovación TI, la que ha recibido, como resultado de la política científica nacional, la suma de cero pesos. Perdón por insistir en recordar la cifra: cero pesos, también escrita como $0. Quiero destacar que no es sólo lo recibido el año 2020, el 2019 fue $0, el 2018 fue $0, y así sucesivamente en toda nuestra larga historia del desarrollo de las Tecnologías de Información en La Araucanía.

Esto que por años hemos considerado un fracaso, pues la presentación de proyectos en Santiago que finalmente no se financian es un fracaso, hoy lo estamos asimilando desde otra perspectiva. Una forma diferente de verlo es que podemos decir que hicimos nuestro mejor esfuerzo, y eso nos deja tranquilos, este mejor esfuerzo fue tal, que hoy hay un polo incipiente de desarrollo de una industria basada en conocimiento. Lo único que ha fallado aquí es la política chilena de 4 décadas de Ciencia y Tecnología. Si alguna vez Conicyt nos hubiera financiado al menos una investigación, si nos hubiera financiado al menos un prototipo, hoy podría estar levantando la mano para decir, “hemos colaborado”. Pero no es así, no pueden decir esto, porque aquí el financiamiento ha sido $0. Otro elemento del discurso científico, es que la “inversión” es ciencia es de largo plazo. Pero 40 años es suficiente para elaborar un juicio ¿no?

Sin embargo, este fracaso en Ciencia y Tecnología, no es novedad, esto ya ha sido diagnosticado por los Ministerios de Economía de diferentes gobiernos y, usando otros medios, como CORFO, ha tratado de impulsar la industria basada en conocimiento. La CORFO ha sido relevante en Chile, el análisis es triste porque, finalmente, el dinero asignado a CORFO para el desarrollo de Ciencia y Tecnología, con impacto en la matriz productiva, es, en la práctica, reconocer que el dinero dedicado para estos fines por Conicyt fue tiempo y dinero perdido.

Sin embargo, la CORFO del tercer milenio no tiene mucho que ver con la CORFO que, en su tiempo, impulsó la gran industria nacional como la CAP, ENAP, ENDESA, IANSA. Algunos estudiosos de la revolución industrial han afirmado que Chile no tuvo tal. Mi apreciación es que la revolución industrial en Chile se hizo tarde, y en correspondencia a la cultura chilena, la hizo el Estado. Sin embargo, la CORFO contemporánea tiene hoy un conjunto de subsidios para la empresa privada, y con un claro sesgo ideológico, hace tiempo que dejó de financiar la Investigación y Desarrollo de base Tecnológica en las Universidades. Mientras el gobierno de EEUU puso millones de dólares en los llamados Sistemas Físico Cibernéticos, base de la revolución industrial llamada Industria 4.0, la CORFO está esperando que privados hagan esta inversión en Chile.

Como anécdota, les comento que CORFO nos financió el año 2010 un estudio de proyecto, esto es, otorgó el dinero para formular un proyecto para la creación del Centro de Estudios de Ingeniería de Software (CEIS). Se agradece. El proyecto que se realizó, fue evaluado en Santiago, felicitaron al Director del proyecto, colega Sr. Jorge Díaz, por la alta calidad del resultado, seguido de eso nos dicen que se acabaron los fondos, y ya no habrá financiamiento. Con el esfuerzo de la propia universidad, igualmente levantamos el Centro, por supuesto no hemos podido hacer todo lo pretendido, pero, tal como muchos emprendedores en Tecnologías de la Información de La Araucanía, estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo..

El año 2019, al conocer de este desarrollo económico basado en conocimiento, la Sociedad de Fomento Agrícola, SOFO, repito, la sociedad de fomento Agrícola, postuló un proyecto a CORFO para potenciar lo que se ha llamado Araucanía Digital, curiosamente, y sin expertos en el área, el proyecto fue adjudicado. Se agradece el gesto, todo ayuda. Sin embargo, a la luz de su desarrollo y actividades, es un proyecto cuya principal supuesto es que la industria local de software es débil y no profesionalizada, que sus ingenieros no saben lo suficiente para ser competitivos, y en respuesta de aquello, financia traída de “expertos”, “emprendedores exitosos” y “relatores de nuevas tecnologías” de fuera de la región para que los emprendedores locales “aprendan”. Me consta que en los temas técnicos, los ingenieros locales ya dominan, tienen experiencia y, por cierto, ya han ofrecido soluciones con estas tecnologías.

Sin embargo, el sesgo de este proyecto, da muchas pistas sobre los criterios de asignación de fondos de manera histórica. Dejando fuera la variable corrupción, y la política, ambas suficientemente variables como para presumir allí una constante, me dediqué a revisar la variable sociológica. El sociólogo Jorge Larraín deja pistas bien claras de la forma de pensar y finalmente del funcionamiento del criollismo chileno. La identidad chilena, describe el sociólogo, es fuertemente euro-centrada, lo que quiere decir que el chileno trata de ser europeo, y en correspondencia desconoce y niega su lado indígena. Obviamente esto es una evidente posición racista, pero es un racismo extraño, es un racismo hacia sí mismo. Un gran estudioso del racismo, el Dr. van Dijk, señala las múltiples formas de cómo se expresa el racismo y cómo social y solapadamente se transmite. La manifestación más común, es creer que ese otro, aquel inferior, es básicamente incapaz.

Lo más triste de esta perspectiva de análisis basada en el racismo, es que resulta terriblemente coherente a la situación de La Araucanía, donde los fondos priorizados de Ciencia, Tecnología, Innovación y Producción han sido año tras año para la Agricultura y negados para la Tecnología. La negación no parece tener otra causa que el racismo, pues resulta absolutamente coherente negar fondo a los genéticamente incapaces, aunque la idea sea buena y el curriculum el que corresponde. Los fondos asignados son para proyectos donde se reconoce la incapacidad y por lo tanto, calzan con la idea racista de un otro inferior en La Araucanía.

El tema es que, esta industria basada en conocimiento, sí requiere consolidar y desarrollar sus tecnologías propias, mejorar sus productos y envasarlos para distribución masivamente en múltiples idiomas. Pero claramente esta inversión no es en Ciencias Básicas, es en Investigación y Desarrollo Tecnológico de corto y mediano plazo, y tenemos que hacer esto, a pesar del racismo solapado.

¿y entonces? ¿qué podemos hacer? Lamentablemente el racismo, por ser externo, no parece algo muy inteligente de combatir, parece más inteligente aceptar que está allí, y es el principal operador en Santiago en temas de Ciencia y Tecnología y, por lo visto en prensa, opera también en otros ámbitos. Todo indica que estas decisiones seguirán siendo pensadas desde la élite del criollismo chileno, en Santiago.

La pregunta entonces no es qué harán “ellos”, los de Santiago, porque ya sabemos lo que harán, la pregunta es ¿qué haremos nosotros? Esta es la pregunta que, por ahora, quiero dejar abierta.

Por lo pronto, al menos una certeza, este desarrollo no hubiese sido posible sin la Universidad Regional Estatal, donde claramente reside la “ch”, la de Tech, la de desarrollo tecnológico, y claramente también, en este desarrollo, no ha tenido nada que ver al resultado de una política científica tecnológica nacional, ni a una política priorización de CORFO por las Tecnologías de Información en la zona, ambas cosas inexistentes. En esta metáfora, claramente la ch, no es de Chile.

Con todo lo anterior, este desarrollo endógeno, de Ingenieros en Informática de nivel Global, con origen en La Araucanía, con desarrollo web, dispositivos weareables, con referencia a tecnologías públicas W3C, con Wifi formando WAN (redes de ciudad), que encapsula soluciones usando Wrappers, y que es capaz de proveer ayuda a los usuarios por medio de Wizards, parece estar mucho más conectada y en sintonía con la W que con la CH de Chile. Sí, con la  W, la W de Wallmapu.

 

Publicado originalmente en  https://golpedigital.cl/2020/09/01/techmuco-con-ch-de-chile